Vistas de página en total

lunes, 2 de octubre de 2017

LA PRINCESA Y EL TITAN

Pequeño Alvaro¡¡ que te pasa? no tengo sueño papa. Cuéntame una de esas historias que tanto me gustan.

No te preocupes hijo, te contaré una historia. Una historia de un Guerrero y la  princesa encantada.

Y como se llama el Guerreo papa?

Tu ya lo conoces pequeño Alvaro. El Titan le llamaban.

Cuéntame la historia, por favor. Así llamara el sueño a mi puerta y descasaremos los dos.

Esta historia Hijo. No es una historia inventada. Es una leyenda eterna que resuena en la montaña. Se escucha por los pueblos blancos, por sus calles, por sus plazas. Es la historia del Titan y su princesa encantada.

Era por la mañana. A lo lejos, sonaba el murmullos del viento, la suave brisa acariciaba sus caras.

Sobre su cabeza un pañuelo, sobre su pecho, su pecho de amada, una promesa.

La miró y le dijo "No me olvides princesa, aunque parta a la batalla".

No puedo olvidarte,  guerrero. En la plaza y en su torre te esperaré sentada. Paciente y con la mirada serena, lo vio partir. No hubo lagrimas, solo amor, no hubo penas, solo honor.

Y que pasó papa? a donde se dirigía el Titan?

El Titan hijo, aunque duro como la montaña, con los ojos arrasados de lágrimas, se  acercó poco a poco al espejo turquesa y fue desapareciendo en el agua. No miró atrás. Lo que pensaba, solo el lo sabía.

Pasaron los minutos y el trueno sonó. Fiel a su promesa y sin desfallecer, cruzó el lago espejo, resistió el envite del tiempo y la distancia, del fuego abrasador, del tormento de no tener a su princesa.

Aunque el no lo sabía,  desde la torre, la princesa encantada, con su lazo rosa, atenta observaba, como el titan se debatía por conquistarla a cada brazada.

Y que pasó papa?

Salió del lago espejo, como la centella, se montó en su corcel y con su colores rosados, se dirigió por el tortuoso sendero, hacia la montaña sagrada. Nervio, ansia, impaciencia, pero sobre todo, tenía una imagen en su mente que le permitiría llegar donde quisiera.

Con los ojos húmedos, lo vio pasar, en busca de su destino. La princesa miraba con orgullo.

 Pude ver hijo en ella, su lucha interna. Pude sentir la energía de sus pensamientos, que como un resorte se dirigían a lo lejos, hacia la montaña. Donde sabia que en ese preciso instante, el Titan, batallaba contra los demonios, contra el viento, contra la nostalgia.

La princesa contaba cada segundo, cada minuto, cada hora.

Preguntaba al viento por noticias de su guerrero. Pero solo el eco le contestaba. Bajo una sombra y apesadumbrada, miraba el camino de vuelta casa.

Donde estas guerrero, donde están tus alas emplumadas?

De repente como una exhalación , lo vio venir. Levanto su mano, quiso hablar, pero no pudo. Solo una lágrima de orgullo recorrió su mejilla.

Estaba triste la princesa, papa?

No hijo. Estaba orgullosa de su caballero.

Lo vio pasar, con los dientes apretados, con la mirada perdida. Lo vio pasar y en su cara, no había odio, no había rabia, solo determinación.

Y que pasó con el Titan papa?

Paso raudo y veloz, descabalgó su montura. Miró a la torre y sus pensamientos se dirigieron hacia su princesa. Sabía que lo estaba esperando.

Puso sus plumas en el brazo y voló por los caminos hacia el reino de algodonales.

A cada paso, que daba, más cerca se sentía de la torre y de su plaza.


Mientras tanto, la princesa encantada, miraba desde el balcón del pueblo blanco de Zahara. El ruido era ensordecedor, pues las huestes de guerreros avanzaban. Pero ella solo tenía, un pensamiento, un sueño, una palabra.  Titan¡¡¡

De pronto vio al guerrero alado, subir por las pronunciadas rampas. Desde lejos le gritaban, le animaban. El solo tenia ojos para su amada.

Se fundieron en un abrazo, en un beso, en una palabra. Se miraron a lo ojos, se cruzaron sus miradas y juntos se aproximaron a la plaza.

El estruendo era infinito, los aplausos ensordecedores por la gesta, abrumaban.

Cruzaron el dintel del cielo, los dos juntos, en silencio, sin palabras, se abrazaron y lloraron. Nada más había a su alrededor. Como una capsula del tiempo todo se paró. Sus corazones latían al mismo ritmo. No necesitaron palabras, solo miradas.

El se arrancó una pluma de sus brazos alados, se dirigieron a la fuente donde los guerreros, limpian sus pecados. Juntos soltaron la pluma. Cuando cayó al agua, se abrazaron y se escuchó en la plaza  sonidos de lagrimas de plata, que de sus mejillas cayeron, para fundirse con sus almas.

Se dice desde entonces, que en la plaza y en las calles de Zahara, resuena los ecos de unos pasos eternos. Los del Titan y la princesa encantada.

Te ha gustado pequeño la historia?

Pero el pequeño Alvaro, con una sonrisa en la comisura de los labios, viajaba a lomos de sueños, que el solo sabrá.

Lo tapé y con un beso en la frente me despedí. Hasta mañana hijo, que tengas dulces sueños.